Señor, renuévanos en lo más interior de cada uno:
queremos ser tus testigos,
queremos ser tu transparencia,
queremos ser tu presencia amable y real
con nuestra sencillez cotidiana
con nuestro compromiso con el bien común,
con nuestra alegría de vivir conscientemente como familias de hijos de Dios.
Señor, transfórmanos en servidores de la fraternidad de tu reino
en medio de la vida cotidiana que vivimos…
en medio de las ciudades donde convivimos,
en medio de nuestras trabajos,
en medio de nuestras familias,
en medio de nuestras parroquias.
Señor, que seamos aún más
servidores de la fraternidad de los hijos de Dios.
Señor, renuévanos en nuestro cuidado de los demás.
Que se note en los detalles
de escucha afable,
de cercanía simpática,
de paciencia generosa,
de acogida auténtica.
Señor, que tengamos
tiempo, manos y corazón de misericordia
en la vida diaria que vivimos
en estos tiempos
extraños,
tensos,
desquiciados
que nos tocan vivir.
Señor, que seamos aún más
servidores de la paz que habita en tu corazón.
Señor, ilumínanos con tu energía
para que tengamos entrañas de misericordia
ante toda miseria humana,
demasiado humana.
Inspíranos con inteligencia y valentía
el gesto y la palabra oportuna
frente al hermano solo y desamparado
frente al poco cuidado de la vida,
frente a la exclusión y al menosprecio.
Ayúdanos a mostrarnos disponibles
ante quien se siente explotado y deprimido
para que encuentre
estímulos,
presencia
y compañía
para seguir caminando por la vida.
Señor, que nuestros grupos
nuestras parroquias,
nuestras asociaciones
sean ambientes de verdad y de amor,
signos de los tiempos donde
se cuida
se irradia
se está al servicio
de lo mejor de la vida humana,
lo mejor de la libertad,
lo mejor de la justicia
lo mejor de la paz.
Señor, que quien nos vea
encuentre evidencias,
posibilidades
y compañía
para una esperanza realista y alegre.
Amén. Aleluya.