INMACULADA.
INMACULADA.
María.
Señora Inmaculada,
Madre Inmaculada.
Señora sin pecado,
Madre sin pecado.
Señora sencilla.
Madre sencilla.
Señora hermosa.
Madre hermosa.
Señora disponible.
Madre disponible.
Señora obediente.
Madre obediente.
María.
Dios te eligió
y te llenó de gracia
para acercarte a todos
los seres humanos
de todos los tiempos,
de todas las lenguas,
de todas las culturas.
María.
Señora del amor,
señora de la esperanza,
señora de la fe.
María.
Fuente de nuestra fuente de alegría.
Fuente de nuestra fuente sentido.
Fuente de nuestra fuente de paz.
María.
Fuente de nuestra fuente de dones.
Fuente de nuestra fuente de tareas.
Fuente de nuestra fuente de comunión.
María,
Peregrina como nosotros,
amiga de todos,
modelo de humanidad.
María, imagen de la Iglesia,
que recibes los mejor de ti
de Dios…
por amor,
por amar…
y vives cantado
que el Señor hace maravillas
de maravillas
enraizadas
en su amor sobre todo amor.
Gracias, Inmaculada,
por ese sí
tan humano
y tan universal.
Gracias por ser reflejo del amor de Dios.
Gracias por ser reflejo del amor de los hombres.
Gracias
desde lo mejor de nuestro corazón
MANTENERSE DESPIERTO.
Ante Ti, Señor,
mantenerme despierto.
Ante los demás,
mantenerme despierto.
Despierto, ante ti, Señor…
porque nos rodean nieblas, ruinas, miedos…
como arañas negras en medio de una pesadilla.
Despierto, ante ti, Señor…
porque hay captar muchos destellos de verdad, de bien, de belleza…
como la brisa fresca del amanecer.
Despierto, ante ti, Señor…
porque nos acucian las mentiras, las soledades, los límites muy humanos de lo humano…
como una granizada de piedras hirvientes.
Despierto, ante ti, Señor…
porque toca cultivar lo mejor de uno en estos tiempos de síntesis, de valentía, de profecía…
como el aire sano de la fuerza del Espíritu.
Despierto, ante ti, Señor…
porque nos agotan los tramposos, los soberbios, los cegados por las poses
de maniquíes falsos con ropajes falsos.
Despierto, ante ti, Señor…
porque se intuyen muchos síntomas de esperanza, de misericordia, de cuidado…
indicios como el viento santo cargado de futuro insondable.
Despierto, Señor,
junto a mis estupideces,
junto a mis sombras,
junto a mis límites…
que tan bien conoces.
Despierto, Señor,
ante ti,
tembloroso,
minusválido,
dolorido.
Pero cimentado en ti, alimentado de ti, habitado por ti.
Despierto ante Ti, Señor.
Resistente.
Esperanzado.
En camino con tantos y tantos.
Despierto ante Ti, Señor.
Porque creo saber
en lo más hondo de mi corazón
que realmente eres
lo que más merece la pena
de todo lo que pudiera merecer la pena.
EN LA FE. POR LA FE. PARA LA FE.
Señor Jesús, el que perdona lleno de paciencia nuestros extravíos.
Señor Jesús, el compasivo frente a tanta y tantas tonterías en que nos enredamos los creyentes.
Señor Jesús, el que mira hacia el futuro superando los miedos y las prevenciones de nuestros
autoengaños.
Señor Jesús, el que inspira la creatividad permanente de los hombres y mujeres de Dios.
Señor Jesús, el que libera de los círculos viciosos en los que nos enredamos con nuestras estupideces.
Señor Jesús, el que nos infunde esperanza a pesar de nuestras caídas en pecado.
Señor Jesús, el que fundamenta la fraternidad al hablarnos de Dios Padre de todos.
Señor Jesús, el que impulsa el compromiso para que todos tengamos vida y la pongamos al servicio de la
vida.
Señor Jesús, el manso lleno de la energía de la no violencia en este mundo de resentidos.
Señor Jesús, el que consuela definitivamente en los momentos de la muerte de seres queridos.
Señor Jesús, el que sacia de justicia los corazones cansados de tanta y tanta inhumanidad.
Señor Jesús, el que nos enseña la limpieza de corazón ante tanto y tanto interés mezquino.
Señor Jesús, el que mira como sólo lo puede hacer Dios.
Señor Jesús, el que nos hace capaces de creer en Dios de la Vida.
Señor Jesús, el que se abre de corazón al que tiene delante.
Señor Jesús, el que inspira confianza a pesar de nuestros pesares.
Señor Jesús, el que atraviesa las sombras.
Señor Jesús, tu cruz es nuestra luz.
Misteriosamente.
Santamente.
En la fe.
Por la fe.
Para la fe.
SEÑOR JESÚS, TUS PALABRAS NO PASARÁN.
Tus palabras, presentes en mis silencios de cansancio.
Tus palabras, presentes en mis tristezas.
Tus palabras, presentes cuando parece que se apaga mi esperanza.
Tus palabras, presentes cuando miro la vida con ojos escépticos.
Tus palabras, presentes cuando no me siento ubicado en lo que me rodea.
Tus palabras, presentes en la entraña de mis aislamientos.
Tus palabras, presentes cuando me olvido de que el silencio es revelación.
Tus palabras, presentes en el corazón de mis sueños muertos.
Tus palabras, presentes en el miedo ansioso hacia el futuro.
Tus palabras, presentes en lo más recóndito de mi soledad.
Tus palabras, presentes cuando creo que camino por una tierra baldía.
Tus palabras, presentes en los absurdos cotidianos.
Tus palabras, presentes en el hastío de tanta y tanta estupidez.
Tus palabras, presentes en los ruidos de mi mente en el silencio de la oración.
Tus palabras, presentes en mis huidas que galopan en el activismo.
Tus palabras, presentes en los océanos de la disolución de la autenticidad.
Tus palabras, presentes en las pesadillas diarias de la gran ciudad.
Tus palabras, presentes en el paso de los años como si fuera un mercancías.
Tus palabras, presentes a pesar de tanta y tanta pomposidad ritual.
Tus palabras, presentes cuando las doctrinas ya no valen para asirse al sentido real de la vida.
Tus palabras, presentes en tantas lágrimas inocentes fruto de la maldad humana.
Tus palabras, presentes en las entrañas conmovidas de los tirados en los márgenes de la historia.
Tus palabras, presentes en las manos de los que cargan compasivamente con la realidad que vivimos.
Tus palabras, presentes en los pacíficos, en los mansos, en los de corazón puro.
Tus palabras, presentes todo los santos de todas las épocas,
de todas las culturas,
de todas las espiritualidades,
de todas las religiones.
Señor Jesús, Tus palabras no pasarán.
¿Cómo agradecerte intentar ser discípulo tuyo?
NO QUIERO ESTAR LEJOS DEL REINO.
Señor Jesús, no quiero estar lejos del Reino.
¿Qué sería de mí?
Señor Jesús,
ante ti, el que se entregó totalmente,
ante ti, el que confió completamente,
ante ti, el de la total libertad para amar…
Señor Jesús, ante ti, hoy me pregunto:
¿Cómo gestiono lo que tengo,
qué hago con mis dones,
dónde deposito mi corazón?
¿Dónde voy con mi vida?
Señor Jesús, ¿qué hago con mi humildad?
Afiánzame.
Sanea mi soberbia.
Bájame de mis delirios de virtud.
Sitúame en mi verdad.
Sitúame en el mundo como tú estuviste:
abierto totalmente a Dios
y abierto totalmente a los hombres.
Señor Jesús, ¿cómo realizo mi prudencia?
Acógeme.
Cura mis juicios temerarios.
Impúlsame hacia la misericordia.
Ánclame en lo mejor de mi corazón,
ahí donde tu habitas misteriosamente.
Que mire la realidad como tú la miraste.
Señor Jesús, ¿cómo genero confianza?
Purifícame.
Limpia mi ansia de poder y de influencia.
Sitúame en la fraternidad.
Que sea como tú, sembrador
de semillas de comunión.
Señor Jesús, ¿cómo custodio mi fidelidad?
Autentifícame.
Refuerza mis vínculos.
Enraízame en la comunión.
Amorízame.
Santifícame.
Abre aún más mi corazón.
Sé tú mi alimento.
Amén. Aleluya.
QUISIERA ESTAR CERCA DEL REINO
Quisiera estar cerca del Reino
A pesar del cansancio,
respirar lentamente
cuando nos abruman
los escombros de la negatividad.
¡Danos tu paz, Señor!
A pesar de la desesperanza.
alimentar lo mejor
de nuestro corazón:
la valentía, la fraternidad, la misericordia.
¡Danos tu reino, Señor!
A pesar de los golpes de pesimismo,
mirar los destellos
de verdad, de bien, de belleza
que resisten entre las ruinas grises.
¡Danos tu mirada, Señor!
A pesar de tanto ruido,
a pesar de tanta paparrucha,
a pesar de tanta mentira,
silenciarse humildemente
ante la intensidad del misterio
del corazón humano.
¡Danos tu corazón, Señor!
A pesar de tanta superficialidad.
sentir lo hondo de tu presencia
en los momentos de santidad,
en los momentos de justicia,
en los momentos de fraternidad.
¡Ábrenos a tu presencia, Señor!
A pesar de tanta ceguera.
no cejar en abrir los ojos
ante la realidad
porque siempre,
siempre,
siempre
lo mejor está por venir.
¡Danos tu espíritu, Señor!
A pesar de todas las crispaciones,
serenar todo lo posible las palabras,
serenar todo lo posible los gestos,
serenar todo lo posible las miradas.
¡Danos tu fuerza interior , Señor!
A pesar de tanta mala práctica.
cuidar los detalles de humanidad,
cuidar los detalles de empatía,
cuidar los detalles de comunión.
¡Danos tu comunión, Señor!
A pesar de tanta desigualdad,
alimentar la fraternidad,
alimentar la justicia social,
alimentar el respeto a los derechos humanos.
¡Danos tu valentía, Señor!
A pesar la crisis ambiental global,
cuidar la vida,
cuidar toda vida,
cuidar toda vida en todo momento.
¡Danos tu amor a la vida, Señor!
A pesar del consumismo compulsivo,
optar por la sobriedad diaria,
optar por el compartir,
optar por la sencillez y la humildad.
¡Danos tu mansedumbre, Señor!
A pesar de tanto individualismo rampante,
cuidar el bien común,
cuidar toda clase de colaboraciones para el bien,
cuidar la cercanía sincera con los que nos rodean.
¡Danos tu comunión, Señor!
A pesar de la avidez de riqueza,
optar por la sobriedad,
optar por la moderación,
optar por la autenticidad.
¡Danos tu pobreza, Señor!
A pesar de tanto sentimiento confuso,
buscar la lucidez de tu palabra,
buscar las certezas de los impulsos del espíritu,
buscar las verdades más humanas
siendo para los demás,
cuidando a los demás,
amando a los demás.
¡Danos tu reino, Señor!
Amorízanos, Señor.
Amorízanos día a día.
Amorízanos respiración a respiración.
Amorízanos como sólo tú sabes hacerlo.
¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI?
Señor, líbrame de mis miedos
acerca del dinero,
acerca de mi carrera profesional,
acerca de la seguridad…
Sé que todo lo que me pase será
para acercarme más a la plenitud que nos regalas
momento a momento,
respiración a respiración,
latido a latido.
Señor, libérame de todos mis pensamientos negativos,
de todos mis resentimientos,
de todos mis malos deseos de mal a los demás…
Líbrame de esas malditas pulsiones que me impiden irradiar paz,
pulsiones que me alejan de vivir en armonía,
pulsiones que me mutilan y deforman
de tal modo que no siembro ni la vida y ni la alegría que nos regalas.
Señor, líbrame de todos mis deseos de poder y de control.
Sé que todas mis energías, mis dones, mi vitalidad
están al servicio de toda la vida,
están para cuidar el misterio fascinante de la vida,
están para facilitar que la vida siga su curso
hacia la definitiva consagración en tu comunión.
Señor, líbrame de todas mis preocupaciones de dar y recibir amor.
Que mi corazón esté abierto
y sea cauce de tu amor…
… que lo mejor de mí sea un cauce
del amor que fluye y fecunda toda la realidad.
Señor, líbrame de toda la negatividad que me encierra en mí mismo.
Que mis palabras aumenten la belleza del mundo.
Que mis sentimientos aumenten la paz del mundo.
Que mis acciones aumenten la armonía del mundo.
Paz, belleza, armonía que son tu reino, Señor.
Señor, líbrame de todos los miedos que acumulo
al mirar al pasado, al presente o al futuro.
Líbrame de distorsionar la verdad amorosa
que atraviesa toda la historia y toda biografía.
La verdad de tu presencia amorosa y cuidadosa.
Señor, líbrame de mis cegueras
que me impiden recibir tu sabiduría,
que me impiden crecer en santidad y humanidad,
que me hunden en mi triste pobreza y en mis malignos agujeros vitales.
Amén. Aleluya.
VEN Y SÍGUEME
Señor Jesús: seguirte.
Seguirte.
Porque eres el centro de nuestra vida.
Seguirte.
Porque llenas nuestros corazones.
Seguirte.
Porque tienes palabras de vida eterna.
Señor, a esto nos llamas:
a salir de la propia comodidad.
Señor, ser discípulos misioneros
del servicio,
de la misericordia,
de la fraternidad.
Señor, a esto nos llamas:
a compartir una misericordia profunda con los demás.
Señor, ser discípulos misioneros
de la ternura,
de la cercanía,
de la compasión.
Señor, a esto nos llamas:
a irradiar la alegría profunda que nace del evangelio.
Señor, ser discípulos misioneros
de la esperanza,
de la fraternidad,
de la vida cuidada y respetada.
Señor, a esto nos llamas:
a ser personas cercanas y conectadas
con las personas más pobres.
Señor, ser discípulos misioneros
entre los caídos en las cunetas,
entre los que andan muy perdidos en las ciudades,
entre los que ven vulnerados sus derechos humanos.
Señor, a esto nos llamas:
a la humildad y a la sencillez.
Señor, ser discípulos misioneros
humildes en lo más auténtico de nuestras vidas,
en lo cotidiano de nuestras palabras y acciones,
en lo que de verdad nos importa en la vida:
la santidad y la justicia del reino.
Señor, esto nos llamas:
a ser personas que saben escuchar.
Señor, ser discípulos misioneros
que ponen su atención en las personas,
que se centran en las necesidades del prójimo,
que saben tener paciencia y respeto ante la vida del prójimo.
Señor, a esto nos llamas:
a la conversión permanente.
Señor, ser discípulos misioneros
que crecen día a día en sobriedad,
en desprendimiento,
en ligereza de equipaje.
Señor, a esto nos llamas:
al cuidado de la casa común.
Señor, ser discípulos misioneros
custodios de la creación,
cuidadores de la vida,
sembradores de sensibilidad
ante el valor de la vida,
de toda vida.
Señor, a esto nos llamas:
a ser orantes constantemente.
Señor, ser discípulos misioneros
de oración sencilla,
confiada,
perseverante,
contemplativa.
Señor, a esto nos llamas:
a ser agentes de perdón y de reconciliación.
Señor, ser discípulos misioneros
que sirven con corazón generoso y desinteresado
en este extraño mundo
que nos toca vivir
marcado por rupturas,
conflictos
y muros
en las mentes
y en los corazones.
Señor, a esto nos llamas:
a tener una vida de servicio,
una vida de misericordia,
a tener una vida de humildad,
a tener una vida alegre,
a tener una vida comprometida
ligeros de equipaje,
ligeros de deseos de tener,
ligeros de deseos de mandar,
ligeros de deseos de aparentar.
Amén. Aleluya.
Amén. Aleluya.
VEN Y SÍGUEME
Señor Jesús: seguirte.
Seguirte.
Porque eres el centro de nuestra vida.
Seguirte.
Porque llenas nuestros corazones.
Seguirte.
Porque tienes palabras de vida eterna.
Señor, a esto nos llamas:
a salir de la propia comodidad.
Señor, ser discípulos misioneros
del servicio,
de la misericordia,
de la fraternidad.
Señor, a esto nos llamas:
a compartir una misericordia profunda con los demás.
Señor, ser discípulos misioneros
de la ternura,
de la cercanía,
de la compasión.
Señor, a esto nos llamas:
a irradiar la alegría profunda que nace del evangelio.
Señor, ser discípulos misioneros
de la esperanza,
de la fraternidad,
de la vida cuidada y respetada.
Señor, a esto nos llamas:
a ser personas cercanas y conectadas
con las personas más pobres.
Señor, ser discípulos misioneros
entre los caídos en las cunetas,
entre los que andan muy perdidos en las ciudades,
entre los que ven vulnerados sus derechos humanos.
Señor, a esto nos llamas:
a la humildad y a la sencillez.
Señor, ser discípulos misioneros
humildes en lo más auténtico de nuestras vidas,
en lo cotidiano de nuestras palabras y acciones,
en lo que de verdad nos importa en la vida:
la santidad y la justicia del reino.
Señor, esto nos llamas:
a ser personas que saben escuchar.
Señor, ser discípulos misioneros
que ponen su atención en las personas,
que se centran en las necesidades del prójimo,
que saben tener paciencia y respeto ante la vida del prójimo.
Señor, a esto nos llamas:
a la conversión permanente.
Señor, ser discípulos misioneros
que crecen día a día en sobriedad,
en desprendimiento,
en ligereza de equipaje.
Señor, a esto nos llamas:
al cuidado de la casa común.
Señor, ser discípulos misioneros
custodios de la creación,
cuidadores de la vida,
sembradores de sensibilidad
ante el valor de la vida,
de toda vida.
Señor, a esto nos llamas:
a ser orantes constantemente.
Señor, ser discípulos misioneros
de oración sencilla,
confiada,
perseverante,
contemplativa.
Señor, a esto nos llamas:
a ser agentes de perdón y de reconciliación.
Señor, ser discípulos misioneros
que sirven con corazón generoso y desinteresado
en este extraño mundo
que nos toca vivir
marcado por rupturas,
conflictos
y muros
en las mentes
y en los corazones.
Señor, a esto nos llamas:
a tener una vida de servicio,
una vida de misericordia,
a tener una vida de humildad,
a tener una vida alegre,
a tener una vida comprometida
ligeros de equipaje,
ligeros de deseos de tener,
ligeros de deseos de mandar,
ligeros de deseos de aparentar.
Amén. Aleluya.
Amén. Aleluya.