Para hacer DONATIVOS a tu parroquia por
nº 01212
BIENAVENTURADOS
Bienaventurados los profetas del cuidado de la vida porque se centran en lo esencial.
Bienaventurados los alternativos a la cultura de la muerte porque son un síntoma de esperanza.
Bienaventurados los que superan los apegos tóxicos de la tener y del aparentar porque irradian la vida nueva del evangelio.
Bienaventurados los que sufren por el dolor ajeno evitable porque ellos tienen corazón y manos del Reino.
Bienaventurados los que buscan la santidad en su vida porque testimonian la mejor parte del ser humano.
Bienaventurados los que se asocian para el bien de los más empobrecidos porque Dios los cuenta como de los suyos.
Bienaventurados los austeros porque su corazón estará abierto al encuentro.
Bienaventurados los que siembran misericordia día a día en este mundo tan inhóspito porque dan pistas de mejora de la realidad.
Bienaventurados los que se quitan de encima escombros de las ruinas culturales y exploran nuevas constelaciones de sentido porque son luces en la mejora de la cultura.
Bienaventurados los que cuidan la bondad de sus palabras porque ayudan a la convivencia en serenidad y confianza.
Bienaventurados los que crean puentes de encuentro y plazas de convivencia porque aportan espacios y métodos que nos hacen mucha falta.
Bienaventurados los hospitalarios porque nos señalan que los seres humanos somos de verdad, en el fondo y en la forma, hermanos.
Bienaventurados los creadores de belleza porque hermosean esta cultura llena de fealdades.
Bienaventurados los que viven con simplicidad porque nos indican caminos de la nueva humanidad.
Bienaventurados los que no juzgan porque siembran paz por donde pasan.
Bienaventurados los que miran más a las personas que a su móvil porque crecen en humanidad.
Bienaventurados los que buscan de verdad la verdad porque en su vida encuentran indicios de la presencia de Dios.
Bienaventurados los inclusivos porque anuncian la gran fraternidad a la que estamos llamados.
Bienaventurados los que son conscientes de sus responsabilidades como ciudadanos honestos y responsables que aportan calidad de vida sus relaciones.
Bienaventurados los que desean que todos los seres humanos vivan realmente todos los seres humanos porque son la indicación de los modos y de los deseos del Dios del Reino.
Bienaventurados los que se asocian con los mejores de esta cultura tan llena de paradojas porque nos ayudan a detectar los destellos de lo mejor de lo humano.
Bienaventurados los abiertos de corazón al ecumenismo y al diálogo interreligioso porque están empezando a construir la santidad que alumbra a la humanidad desde los inicios de los tiempos.
Bienaventurados los que mantienen la serenidad en estos tiempos caóticos porque ayudan a vivir lo mejor de la vida
Bienaventurados los que saben silenciarse en estos tiempos de ruidos envilecidos porque son testigos de que podemos vivir más y mejor como seres humanos.
Bienaventurados los que logran no juzgar en estos tiempos tan egocéntricos porque profetizan la solución a la sed de comunión que habita en el corazón de todos los seres humanos.
Bienaventurados los que alcanzan paz en estos tiempos tan ansiosos porque nos ayudan a mantener la esperanza en que no vamos de mal en peor.
Bienaventurados los que generan confianza en estos tiempos de sospecha continua porque nos recuerdan que la vida tiene sentido a pesar de los pesares.
Bienaventurados los que se enfocan en lo que pueden controlar en estos tiempos caóticos porque dan ejemplo para ser semillas del Reino de la vida.
Bienaventurados los descentrados de sí en estos tiempos narcisistas porque nos indican que somos capaces de estar abiertos realmente a las necesidades de los demás.
Bienaventurados los que superan creencias poco saludables en estos tiempos de irracionalidad porque nos ayudan a mantenernos en el camino del crecimiento personal.
ASOMBRO
Señor Jesús:
asombro.
Señor Jesús, nos sigues llamando.
Asombro.
Señor Jesús, nos sigues fascinando.
Asombro.
Somos capaces de escuchar palabras que nos tocan el corazón y se quedan a habitar en él.
Asombro.
Podemos encontrar el camino de plenitud que sacia nuestra sed y nuestros afanes.
Asombro.
Somos capaces de intuir la verdad de las verdades de nuestra vida en medio de los ruidos y los desconciertos.
Asombro.
Podemos ampliar nuestros cegatos límites con la abundancia del amor sobre todo amor.
Asombro.
Somos capaces de seguir tu rastro, tu rostro, tu presencia como el perro rastrea, anhelante, a su amo, en cercano y tan distante.
Asombro.
Podemos percibir en nuestra respiración, tu aliento que nos regenera, nos sanea, nos alimenta.
Asombro.
Somos capaces de captar el flujo de la vida que nos mira con misericordia, nos genera confianza y nos alegra radicalmente en medio de las rozaduras de la vida.
Asombro.
Podemos ser muy conscientes de nuestro lugar en el mundo, de nuestros compañeros de viaje, de nuestra tarea esencial como seres humanos.
Asombro.
Somos capaces de presentir que tanto amor no puede terminar, que habrá un cielo nuevo, una tierra nueva y unos seres humanos nuevos.
Asombro.
Podemos vislumbrar que somos colaboradores en la transformación del mundo hacia la santidad y la justicia que tanta, tanta falta hace.
Asombro.
Somos capaces de descubrir que nuestras mejores energías están enrizadas en ese poder de vida que nos ofreces y nos enseñas.
Asombro.
Asombro de sentirnos plenamente amados en cada momento.
Asombro de sentirnos plenamente vivos en cada momento.
Asombre de sentirnos cuidados, sanados, auténticos en cada momento.
Asombro.
Aleluya.
Aleluya.
Aleluya.
LUZ DEL MUNDO
Señor Jesús, que mantengamos la serenidad en estos tiempos caóticos.
Señor Jesús, que nos silenciemos en estos tiempos de ruidos y odios.
Señor Jesús, que no juzguemos en estos tiempos tan egocéntricos.
Señor Jesús, ofrezcamos paz en estos tiempos ansiosos.
Señor Jesús, sepamos perdonar en estos tiempos rencorosos.
Señor Jesús, cuidemos la verdad en estos tiempos mentirosos.
Señor Jesús, que cultivemos la misericordia en estos tiempos de desconfianza.
Señor Jesús, que favorezcamos la belleza en estos tiempos de fealdad.
Señor Jesús, que mantengamos la esperanza en estos tiempos de pesimismo.
Señor Jesús, colaboremos con los mejores en la construcción de un mundo más humano.
Señor Jesús, seamos austeros en estos tiempos de despilfarro.
Señor Jesús, que lleguemos a la lucidez en estos tiempos difíciles de habitar.
Señor Jesús, que generemos confianza en estos tiempos de sospecha continua.
Señor Jesús, creemos seguridad en las relaciones en estos tiempos inciertos.
Señor Jesús, que practiquemos la gratitud en estos tiempos que nos meten miedo.
Señor Jesús, lleguemos a ser expertos en optimismo realista en estos tiempos apesadumbrados.
Señor Jesús, que toleremos con paciencia el ser incomprendidos en estos tiempos de fanatismos.
Señor Jesús, que superemos las creencias poco saludables en estos tiempos de irracionalidad.
Señor Jesús, que practiquemos la perseverancia al sembrar las semillas de tu reino.
Señor Jesús, que bendigamos la realidad, pase lo que nos pase, en estos tiempos convulsos.
Señor Jesús, mirar con amor todo lo que la vida nos pone por delante como oportunidad de crecimiento.
Señor Jesús, deseemos el bien a todos los que nos encontramos por la vida.
ALIÉNTANOS
Señor Jesús, aliéntanos para hablar bien de ti con nuestras obras y nuestras palabras.
Señor Jesús, ilumina nuestra inteligencia para detectar lo mejor para el cuidado de la vida en las experiencias más significativas de nuestro tiempo.
Señor Jesús, acompáñanos a la hora de discernir lo más evangelizador en estos extraños tiempos que nos toca vivir.
Señor Jesús, danos valentía para renovar todo lo que tengamos que renovar en nuestras vidas, en nuestra Iglesia, en nuestra cultura y sociedad.
Señor Jesús, impúlsanos a no quedarnos en nuestras comodidades, en nuestro control de riesgos, en nuestros cumplimientos timoratos.
Señor Jesús, quítanos el miedo a nuestra verdad, a tu verdad.
Señor Jesús que nos tomemos en serio la fe.
Señor Jesús, que nos tomemos en serio la potencia de tu espíritu que atraviesa lo mejor de los seres humanos que cultivan la justicia, la fraternidad y la santidad en tantas y tantas tradiciones religiosas y espirituales.
Señor Jesús, ayúdanos a reconocer que el Espíritu ya está en nosotros, que la Palabra de Dios puede y debe leerse para que nos sintamos directamente concernidos en el testimonio de tu reino a todos y cada uno de los seres humanos con los que nos cruzamos en la vida.
Señor Jesús, que el sediento, sea cual sea su sed viva con nosotros síntomas de la fuente inagotable que arraiga en ti.
Señor Jesús, que el ciego, sea cual sea su ceguera, viva con nosotros síntomas de la luz inagotable que arraiga en ti.
Señor Jesús, que el cautivo, sea cual sea su herraje, viva en nosotros síntomas de esa libertad inagotable que arraiga en ti, la libertad luminosa y humanizante de los Hijos de Dios.
Señor Jesús, despiértanos.
Señor Jesús, auméntanos la audacia.
Señor Jesús, transfórmanos en personas de Dios para los demás.
Señor Jesús, tenemos una misión y la queremos cumplir.
Es de lo mejor que nos puede pasar.
PARECEMOS PULPOS ESTRESADOS
Señor Jesús, estamos a muchas cosas:
parecemos pulpos estresados
en los que la religiosidad
es algo más dentro de sus atareadas vidas.
Vivimos no sólo fragmentados,
sino que muchas veces, despedazados:
cabeza, corazón y manos
tienden a ir a su aire…
sentimos que nos están robando la atención,
la sensibilidad,
lo esencial de seres humanos.
Pero parecería que nos hemos acostumbrado
a que nos pase lo que nos pasa…
Parecería que nos hemos acostumbrado a aceptar
que vivir es estar casi a la carrera todo el día…
pendientes de reclamos externos,
de los partes meteorológicos,
de las pantallas multitareas de nuestros artefactos tecnológicos…
Parecería que nos hemos acostumbrado a que vivir
sea ir tirando,
sea poner parches,
autojustificándonos,
sea aceptando que nuestros supuestos límites
nos definen y nos marcan límites inexpugnables.
Señor Jesús, parece que nos hemos acostumbrado
a que la Iglesia es una especie de refugio mágico,
fuera de los dinamismos de la humana humanidad,
donde por, mecanismos nada claros,
hemos tenido la suerte de cobijarnos,
recubiertos de ritos,
de doctrinas,
de lustrosas jerarquías
de lustrosas medallas,
en lustrosas fotos.
Señor Jesús, nos hemos acostumbrado a vivir
soportando la realidad,
soportando nuestra realidad
en una especie de zona de zona de inconfort soportable.
Señor Jesús: nos falta el vino,
nos falta el Espíritu,
nos faltas Tú,
tu vertebración,
tu cimentación,
tu tronco donde injertarnos…
la savia de tu audacia.
Señor Jesús,
a veces tenemos atisbos tuyos
en los destellos de verdad,
de bien,
de belleza,
de justicia que los mejores de la humanidad
siembran, palpitantes,
en su cuidar y fomentar
la humana humanidad sufriente que compartimos…
destellos en la vida de la Iglesia,
destellos en los sacramentos,
destellos en la lectura sosegada de la Palabra.
Señor Jesús,
estamos a muchas cosas…
y nos olvidamos de repartir vida,
de repartirnos para que todos tengan vida,
de alimentar y cooperar con todos los hombres y mujeres de buena voluntad
en que todos tengan vida y vida en abundancia.
Nos olvidamos que nuestro camino es un camino de pasión,
de olvido de sí,
de mirada constante de misericordia.
Tantas veces nos sentimos verdaderos maestros en esquivar compromisos…
pero sabemos muy bien
que la ley del amor implica
confiar sin reservas,
ir más allá de los criterios razonables de supervivencia,
confiar en que todo al final,
acabará bien, muy bien, inconmensurablemente bien.
Sabemos muy bien que sin riesgo no hay amor,
ni oración,
ni Reino de Dios.
Ni posible fiesta de la vida
sin la audacia
de afrontar nuestra necesaria purificación
de todo lo que no ayuda a centrarnos en lo que realmente importa,
tu presencia,
tu reino,
tu justicia,
tu santidad.
Señor Jesús,
estamos aún poco arraigados en ti.
Señor Jesús,
somos aún poco audaces
en ti,
por ti,
para ti.
Señor Jesús.
Reconstrúyenos.
Libéranos.
Impúlsanos.
Oriéntanos.
Aliméntanos.
Danos de tu vino.
INCANSABLEMENTE
(… El Espíritu de Dios bajaba…)
Te damos gracias,
Dios de la vida, del tiempo, de la materia y de la historia,
Dios de los hombres,
Dios de nuestras vidas.
Incansablemente,
con el aliento de tu Espíritu,
brota por doquier la vida.
Incansablemente,
con el aliento de tu Espíritu,
los seres humanos vivimos
la riqueza de nuestra biografía,
a veces tan humana,
tan demasiado humana…
Incansablemente,
con el aliento de tu Espíritu,
la humanidad avanza,
misteriosamente,
sin pausa…
hacia la plenitud.
Te damos gracias, Padre,
porque tu hijo,
el Amado,
el Predilecto,
el Hijo del Hombre,
se sumergió en aquellos tiempos
en el Jordán
y fue como uno de tantos
y así se solidarizó con toda la humanidad
necesitada de salvación
y compartió
con aquellas gentes
la esperanza del Reino
y así inició la reconciliación definitiva
de todos los seres humanos.
Te damos gracias, Padre,
porque en Jesucristo vive
todo deseo auténtico
de amar y ser amado,
todo anhelo de compartir y repartir
los dones que tenemos
y producimos,
toda la esperanza
que hay en cualquier lucha por la libertad
y la dignidad del ser humano.
Dios Padre,
sabemos que a lo largo
de la historia de la humanidad
han aparecido personas
santas,
sabias,
justas
y admirables
que han defendido la justicia
y han mostrado la verdad.
¡Queremos ser
como ellas!
Haz de nosotros,
aún más,
con humildad y con sencillez,
personas sinceras y entregadas,
personas valientes y humildes,
personas sensibles y santas,
como María.
Que el banquete de amor de tu hijo,
la Eucaristía,
nos fortalezca
en nuestra fe:
¡Sabemos que la muerte
no es soberana!
¡Sabemos que la autenticidad humana
no es una patraña!
¡Sabemos que la palabra justicia
está llena de contenido
y de tarea!
Que el aliento de tu Espíritu
nos enraíce aún más
en la vocación a la que hemos sido llamados,
en la vocación que nos encomiendas,
en la vocación donde desplegamos
nuestra inteligencia y nuestra sensibilidad.
Despeja, Padre,
los miedos,
las rutinas,
las justificaciones
que nos impiden
ver con los ojos de la fe,
oír la voz de tu Hijo,
palpar las heridas de este mundo.
Padre, envía tu Espíritu sobre nosotros
para que no se diluya
la roca donde se asienta
nuestra identidad
de hijos amados
y servidores tuyos…
Dios Padre,
manda tu luz desde el cielo
a lo cotidiano
de nuestras vidas,
en nuestros trabajos,
en nuestras calles,
en nuestras familias
para cumplir y hacer cumplir
tu voluntad
de amor y vida
para todos los seres humanos.
Amén