IBAN: ES56 0237 0330 1091 5680 4577
BIZUM: 01212
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BIZUM: 01212
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nº 01212
¡Ponerse en camino!,
cuidando la vida
en lo diario,
en lo pequeño,
en los detalles,
con el reino como horizonte,
con la esperanza cierta
de que lo mejor está por venir.
¡Ponerse en camino!,
peregrinos entre ruinas
que nos dañan
y destellos de lo nuevo
que surgen por la fuerza
inagotable del Espíritu…
destellos
que nos alimentan,
que nos mejoran,
que nos llenan de esperanza.
¡Ponerse en camino!,
exploradores de indicios nuevos del Reino,
enraizados en miles de años
de experiencia en la santidad del Reino,
de experiencia en la santidad de la misión,
de experiencia en la santidad del Espíritu.
¡Ponerse en camino!,
navegantes hacia nuevas rutas
de encuentro,
de comunión,
de crecimiento
como hijos de Dios,
como seres humanos,
como vivientes enraizados
en la fuente inagotable
de la vida.
¡Ponerse en camino!
aportando lo que falta,
con humildad,
con rotundidad,
con la comprensión que nos da
el deseo de fraternidad,
el deseo de comunión,
el deseo de justicia
que brota de lo mejor
de los corazones
de los seres humanos.
¡Ponerse en camino!
llamados,
enviados,
capacitados,
con la libertad de los hijos de Dios,
con la lucidez de los hijos del Reino
con la humildad de los que cumplen
la voluntad de Dios,
Padre de todos,
Padre de la vida inagotable,
Padre del amor siempre presente.
¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE ES EL HIJO DEL HOMBRE?
Tú eres el Mesías.
El anhelado.
El buscado.
El creativo.
El de los caminos de santidad.
El de los mil caminos para evocar lo sagrado.
El de los silencios llenos de santidad.
El exigente lleno de misericordia.
El fascinante.
El fiel a lo más humano de lo humano
El gratuito.
El increado que se encuentra con nosotros.
El misterioso crisol de lo mejor de la humanidad.
El que abre las puertas a la paz.
El que arranca del dominio de la muerte
El que ayuda a someter el ego a la santa esencia de la vida.
El que busca amar y ser amado.
El que con nosotros arrostra nuestros miedos.
El que cuida la vida.
El que cumple las promesas.
El que da luz nueva e inagotable.
El que entra en resonancia con lo mejor del ser humano.
El que es constante referencia en nuestro deambular por la vida.
El que es más fuerte que cualquier negatividad de cualquier nivel de la realidad humana.
El que es permanente posibilidad de iluminación.
El que es uno con el momento que vivimos.
El que facilita entender lo que de verdad somos y amamos.
El que genera comunión.
El que habita las energías de la realidad.
El que hace de lo sombrío camino del encuentro con Dios.
El que hace madurar la vida a su tiempo.
El que hace nuevas las cosas
El que ilumina las sombras.
El que irradia santidad y justicia.
El que llena los silenciamientos.
El que mejora con su mirada.
El que muestra la misericordia raíz de la realidad.
El que no falla.
El que no tiene estrategia.
El que nos centra en la fuente.
El que nos convoca al vaciamiento para el necesario nuevo nacimiento.
Danos el coraje de la austeridad, Señor.
Haznos ver que es fuente de riqueza humana
Libéranos de los apegos irracionales para caminar por la vida ligeros de equipaje.
Danos el don de la autenticidad, Señor.
Que descubramos que es el camino de irradiar tu presencia.
Libéranos del deseo de aparentar, del disfraz en esta hoguera de las vanidades que nos agobia.
Danos la fuerza de la confianza serena, Señor.
Que nos alimente tu paz, tu presencia, tu bondad.
Libéranos de las prisas, del activismo que nos agota, de la exigencia de productividad incesante.
Danos la energía caridad, Señor.
Que hagamos nuestra la esencia del Reino: el amor, la comunión, la fraternidad.
Libéranos del individualismo, de la autoafirmación, del pesimismo moral.
Danos la certezas cordiales, Señor.
Que seamos sembradores de misericordia, de reconciliación, de paz.
Libéranos del resentimiento que nos devora, de la soberbia que nos hace violentos, de la mentira que nos falsea.
Danos entereza en estos tiempos de incertidumbre, Señor.
Haznos fuertes en nuestras raíces implantadas en ti, fuente de vida y de esperanza.
Libéranos de la autosuficiencia, de la soberbia espiritual, del juicio brutal a todo aquello que no es “de lo nuestro”.
Señor, aliméntanos para que seamos, humildemente, pero con rotundidad
artesanos de humanidad, que tanta falta nos hace en este mundo roto;
brisa de serenidad ante tanta convulsión y polaridad en este mundo irascible;
cultivadores de integración en medio tanta agresividad que nos desgarra;
custodios de la vida, de toda vida, tan menospreciada en tantas y tantas circunstancias;
expertos en encuentros y abrazos en las ciudades. a veces tan inhóspitas, que vivimos;
hospitalarios en este mundo de crueles fronteras mentales y físicas;
humildes orantes ante tu misterio de verdad y bien;
mansas certezas de lo mejor de la humanidad;
presencia de misericordia entre tanta tensión;
sencillos profetas de santidad para los buscadores de la verdad intensa de la realidad;
sosiego en este mundo lleno de ruidos que nos llenan de miedo;
testigos de tu poder de salvación en medio de tantos fracasos;
un síntoma de autenticidad humana en un mundo decepcionado y cínico.
Señor, no somos dignos de que entres en nuestra casa,
pero una palabra tuya bastará
para sanarnos,
para alimentarnos,
para salvarnos.
EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO.
En el nombre de la acogida sin límite, de la entrega sin límite y de la gracia sin límite.
En el nombre de la bendición permanente, de la libertad humanizante y de la confianza fundante.
En el nombre de la bondad infinita, de la certeza serena y del encanto enamorado.
En el nombre de la compasión restituyente, del humanitarismo empático y de la unificación absolutamente inclusiva.
En el nombre de la consistencia inagotable, de la insistencia amorosa y de la genialidad inabarcable.
En el nombre de la creatividad vivificante, de la intuición compasiva y de la inspiración inabarcable.
En el nombre de la divinidad fascinante, de lo más humano de lo humano y del que siempre enamora.
En el nombre de la existencia sin fin, de la solidaridad sin fin y de la comunión sin fin.
En el nombre de la fuente de santidad, del camino de humanidad y de la energía desbordante.
En el nombre de la inclusión sanante, de la diferencia libertaria y de la diversidad fascinante.
En el nombre de la inventiva amorosa, de la clarividencia cordial y de la genialidad irresistible.
En el nombre de la libertad alegre, de la alegría libre y del juego creativo.
En el nombre de la madre nutricia, la benevolencia enriquecedora y la fraternidad autentificante.
En el nombre de la protección indudable, de la bendición personalizada y de los vínculos gratificantes.
En el nombre de la plenitud de las plenitudes, del vaciamiento por amor, del silencio vibrante.
En el nombre de la presencia silenciosa, la presencia que enseña y de la presencia que susurra sabiduría.
En el nombre de la confianza esencial, de la palabra auténtica y del corazón palpitante sin descanso.
En el nombre de la santidad de las santidades, de la humanidad de la humanidad, del amor del amor.
En el nombre de la santidad, de los seres humanos y del misterio.
En el nombre de la ternura , de la fraternidad y de la conspiración.
En el nombre de la unidad de las unidades, del vínculo de los vínculos, de la diversidad de las diversidades.
En el nombre de la vida inagotable, de la pasión por lo viviente y de la intensidad de la realidad.
En el nombre de la raíz de todo lo viviente, de la presencia del sentido de toda la realidad y del devenir más allá de lo comprensible.
En el nombre de lo constituyente inalterable , de lo tangible sacramental y de la multiplicidad de la danza cósmica.
En el nombre de quien siempre incluye, de quien siempre se acerca al diferente y del que ama la diversidad.
En el nombre del agua de toda agua, de la tierra de cualquier tierra y del viento de todos los vientos.
En el nombre del amor sobre todo amor, de las entrañas de misericordia y de la fecundidad insondable.
En el nombre de la comunión que imanta, de la misericordia que vincula y la armonía de las energías.
En el nombre del bien, de la verdad y de la belleza.
En el nombre del cimiento eterno, de la lucidez enamorada y de la espera contra toda desesperanza.
En el nombre del sustrato donde todo se implanta, de la luz que todo lo ilumina y de la utopía de lo mejor del corazón humano.
En el nombre del encuentro de todo lo que es, de la hospitalidad que siempre alimenta y de la fiesta de toda vida.
En el nombre del fundamento sereno, de la sensibilidad empática y del impulso hacia lo mejor de cada uno.
En el nombre del manantial, del peregrino y de la vivacidad.
En el nombre del mar, de la tierra y del viento.
En el nombre del misterio cercano, del cuidado constante, del ímpetu inagotable.
En el nombre del poder de lo real, de la intensidad de lo real, de la densidad de lo real.
En el nombre del que sale al encuentro, del que acoge entrañablemente, de la celebración incesante.
En el nombre del que siempre cuida, del que siempre ama y del que siempre vitaliza.
En el nombre del silencio, de la música y de la armonía.
En el nombre lo realmente existente, de lo realmente humano y del devenir de lo que realmente importa.
Trinidad Santa.
Luz.
Luz de luz.
Luz de las luces de la realidad.
Luz que nos busca.
Luz que nos sustenta.
Luz que nos crea y recrea y plenifica.
Santa Trinidad.
Alabanza.
Adoración.
Silencio.
Trinidad Santa.
Amén.
Amén.
Amén.
Santa Trinidad.
Aleluya.
Aleluya.
Aleluya.
Ven, Espíritu Santo, abrázanos.
Ven, Espíritu Santo, ábrenos.
Ven, Espíritu Santo, afiánzanos.
Ven, Espíritu Santo, afínanos.
Ven, Espíritu Santo, agilízanos.
Ven, Espíritu Santo, aliéntanos.
Ven, Espíritu Santo, aliméntanos.
Ven, Espíritu Santo, armonízanos.
Ven, Espíritu Santo, céntranos.
Ven, Espíritu Santo, cohesiónanos.
Ven, Espíritu Santo, concílianos.
Ven, Espíritu Santo, consuélanos.
Ven, Espíritu Santo, conviértenos.
Ven, Espíritu Santo, cristifícanos.
Ven, Espíritu Santo, depúranos.
Ven, Espíritu Santo, desarróllanos.
Ven, Espíritu Santo, desencasíllanos.
Ven, Espíritu Santo, difúndenos.
Ven, Espíritu Santo, dignifícanos.
Ven, Espíritu Santo, divinízanos.
Ven, Espíritu Santo, ductiléanos.
Ven, Espíritu Santo, edúcanos.
Ven, Espíritu Santo, empápanos.
Ven, Espíritu Santo, empatízanos.
Ven, Espíritu Santo, empobrécenos.
Ven, Espíritu Santo, empodéranos.
Ven, Espíritu Santo, encáuzanos.
Ven, Espíritu Santo, encomuniónanos.
Ven, Espíritu Santo, energetízanos.
Ven, Espíritu Santo, engrandécenos.
Ven, Espíritu Santo, enriquécenos.
Ven, Espíritu Santo, esencialízanos.
Ven, Espíritu Santo, espárcenos
Ven, Espíritu Santo, espiritualízanos.
Ven, Espíritu Santo, exprésanos.
Ven, Espíritu Santo, fluidifícanos.
Ven, Espíritu Santo, fraternízanos
Ven, Espíritu Santo, glorifícanos.
Ven, Espíritu Santo, humanízanos.
Ven, Espíritu Santo, humildéanos.
Ven, Espíritu Santo, ilumínanos.
Ven, Espíritu Santo, increméntanos.
Ven, Espíritu Santo, inquiétanos.
Ven, Espíritu Santo, irríganos.
Ven, Espíritu Santo, libéranos.
Ven, Espíritu Santo, límpianos.
Ven, Espíritu Santo, mejóranos.
Ven, Espíritu Santo, misericordéanos.
Ven, Espíritu Santo, pacifícanos.
Ven, Espíritu Santo, perfecciónanos.
Ven, Espíritu Santo, personalízanos.
Ven, Espíritu Santo, poténcianos.
Ven, Espíritu Santo, purifícanos.
Ven, Espíritu Santo, reanímanos.
Ven, Espíritu Santo, reconcílianos.
Ven, Espíritu Santo, reconfigúranos.
Ven, Espíritu Santo, reconstrúyenos.
Ven, Espíritu Santo, refuérzanos.
Ven, Espíritu Santo, renuévanos.
Ven, Espíritu Santo, restitúyenos.
Ven, Espíritu Santo, reverdécenos.
Ven, Espíritu Santo, revitalízanos.
Ven, Espíritu Santo, riéganos.
Ven, Espíritu Santo, sánanos.
Ven, Espíritu Santo, sanéanos.
Ven, Espíritu Santo, santifícanos.
Ven, Espíritu Santo, sensibilízanos.
Ven, Espíritu Santo, serénanos.
Ven, Espíritu Santo, siémbranos.
Ven, Espíritu Santo, siléncianos.
Ven, Espíritu Santo, sosiéganos.
Ven, Espíritu Santo, suavízanos.
Ven, Espíritu Santo, taborízanos.
Ven, Espíritu Santo, transfigúranos.
Ven, Espíritu Santo, únenos.
Ven, Espíritu Santo, vincúlanos.
Ven, Espíritu Santo, vivifícanos.
Ven, Espíritu Santo.
Ven, Espíritu Santo.
Ven, Espíritu Santo.
Amén.
Aleluya.
Aleluya.
Aleluya.
ESPÍRITU DE SABIDURÍA, ILUMINA LOS OJOS DE NUESTRO CORAZÓN.
Espíritu de sabiduría…
Que aceptemos sin juicio la vida de los demás. Sólo ellos saben sus batallas y sus heridas y sus fracasos.
Que acojamos a los que nos rodean para crear complicidad y empatía. Sólo ellos saben la soledad que viven y la sed que necesitan calmar.
Que alimentemos las necesidades más humanas que nos encontremos. Sólo ellos saben las frustraciones que están viviendo.
Que aprendamos de lo mejor de la humanidad en la presencia de los que nos cruzamos en la vida. Sólo ellos saben el dolor arrostran en su día a día, mes a mes, año a año.
Que bendigamos constantemente de pensamiento, de palabra y de obra. Hay demasiadas heridas y cicatrices que sanar en estos desquiciados tiempos que vivimos.
Que busquemos la comunión día a día en estos tiempos de odios vulgares y malsonantes. Sólo la fraternidad nos puede salvar.
Que captemos el palpitar más auténtico de cada persona. La auténtica vida habita en cada uno de los seres humanos.
Que comprendamos los procesos, las circunstancias, las dificultades de los más necesitados. A través de ellos Dios nos reclama lo mejor de nosotros y de lo nuestro
Que cultivemos espacios de serenidad, de silencio, de paz. Hay muchos que necesitan la quietud para poder empezar a respirar la auténtica vida espiritual.
Que dejemos espacio a los constructores de puentes, a los tejedores de encuentros, a los muñidores de destellos de esperanza. Son los que construyen las indicaciones hacia el reino de la esperanza sin fin.
Que demos confianza a pesar de los pesares, a pesar de los egoísmos, a pesar de las mentiras. Somos testigos de que siempre hay posibilidades de conectar con las energías del bien, de la belleza, de la verdad.
Que escuchemos la realidad de los cercanos. Nos la comunican con sus palabras, con sus gestos, con sus presencias… y con la verdad de su rostro.
Que facilitemos la alegría cotidiana. Muchos viven doloridos por tanto ruido, tanta inseguridad, tanta soledad.
Que fijemos los ojos en los niños. Que seamos como ellos: dispuestos a amar, dispuestos a la sorpresa, dispuestos a vivir la vida con intensidad.
Que guardemos en el corazón esos momentos donde intuimos que el reino está presente en nuestras vidas. Es muy urgente recordar a muchos contemporáneos nuestros de que la calidad humana no se pierde entre los ruidos de la gran ciudad.
Que impulsemos las asociaciones, los grupos, las colaboraciones. No podemos mejorar el mundo solos, nos podemos ser felices solos, no nos salvamos solos.
Que intuyamos la profunda comunión de todos los seres humanos más allá y más acá de cualquier sistema de fronteras, de cualquier sistema de creencias, de cualquier sistema de circunstancias superficiales y transitorias.
Que irradiemos lo que el mundo necesita: paz, confianza, comunión. Para muchos de nuestros contemporáneos somos lo más parecido a la Palabra de Dios que van a tener en sus vidas.
Que la escucha activa sea una constante en nuestras relaciones personales. Hay demasiada soledad triste en los corazones de muchas personas.
Que miremos con misericordia a los que viven desparramados, a los que viven devorando paparruchas, a los que viven muy por debajo de sus mejores posibilidades. Que seamos, humildemente, ocasión de posibilidad de crecimiento personal en sus vidas.
Que nos abramos con respeto al misterio de la vida en el rostro de los demás. Sólo ellos saben las preguntas dolorosas a las que se enfrentan.
Que nos dejemos afectar por los grandes problemas de este mundo. Que nos comprometamos a sembrar lo que puede paliar tanto sufrimiento evitable.
Que nos demos cuenta de la calidad que habita en los que luchan por la justicia, la paz y el respeto a la creación. Que veamos en ellos modelos de nuestro caminar esperanzado.
Que nos encontremos en los puentes de las mejores palabras, en los jardines de las mejores sinergias, en los huertos de los mejores artesanos de concordia. Hay muchos detalles de novedad esperanzada que están sembrados por todos los lugares de la tierra.
Que nos entendamos en el lenguaje de la unidad, en los símbolos de la comunión, en las intuiciones mejores sobre el camino hacia la plenitud que vive la humanidad. Muchos necesitan indicios de esperanza y de confianza en medio de tanta ruina.
Que nuestra presencia sincera mejore los ambientes donde estamos.
Que nuestras palabras creen comunión de verdad. Hay demasiadas mentiras siesas que nos arañan la sensibilidad.
Que nuestro deseo de fraternidad alimente lo mejor de los procesos en los que estamos sumergidos, consciente o inconscientemente. Siempre hay posibilidad para convivir en paz y en cordialidad.
Que pacifiquemos sin descanso tanta y tanta polarización desquiciada. Lo mejor de la humanidad se muestra en la serenidad de la confianza, del caminar juntos y de la colaboración en la construcción de un mundo mejor.
Que permitamos el brillo de las sonrisas, de las palabras acogedoras, de los gestos de inclusión. Muchos necesitan oír constantemente que todos, todos, todos estamos llamados al Reino de Dios.
Que sintamos la presencia inagotable de la energía que fundamenta la vida humana. Muchos necesitan saber que su miedo, su angustia y sus dolores no son la última palabra.
Que sintonicemos con las energías santas que impulsan las búsquedas de la verdad, del bien y de la belleza. Siempre hay posibilidades de conectar con la voluntad de Dios.
Amen.
Aleluya.
Aleluya.
Aleluya.
Espíritu santo, enséñanos a afrontar los retos de la evangelización en estos tiempos caóticos.
Espíritu santo, enséñanos a ajustar el tono emocional a las exigencias del entorno.
Espíritu santo, enséñanos a atrevernos de verdad a saciar la sed que habita en nuestro corazón.
Espíritu santo, enséñanos a buscar la raíz de la vida que nos da fuerzas para cuidar la vida.
Espíritu santo, enséñanos a callar misericordiosamente ante las clericaladas de clérigos desnortados.
Espíritu santo, enséñanos a captar la lentitud del crecimiento de las semillas de esperanza.
Espíritu santo, enséñanos a compartir como lo hacen los niños en su inocencia.
Espíritu santo, enséñanos a comprender con lo mejor de nuestra sensibilidad el corazón del que sufre.
Espíritu santo, enséñanos a conocernos de verdad, de verdad de la buena ante ti.
Espíritu santo, enséñanos a controlar esos impulsos que nos alejan de ti y de los demás.
Espíritu santo, enséñanos a crecer hacia es nueva infancia abierta al amor sobre todo amor.
Espíritu santo, enséñanos a cuidar de verdad la vida, toda vida.
Espíritu santo, enséñanos a cultivar nuestra inteligencia ofreciendo palabras que den esperanza.
Espíritu santo, enséñanos a decir sí como María y los grandes santos de la historia de la humanidad.
Espíritu santo, enséñanos a desear crecer en nuestra espiritualidad.
Espíritu santo, enséñanos a encontrar las palabras adecuadas que hagan sentirse en paz a los demás.
Espíritu santo, enséñanos a irradiar la paz, tu paz, la paz que sosiega los corazones rotos.
Espíritu santo, enséñanos a luchar contra cualquier sufrimiento evitable.
Espíritu santo, enséñanos a madurar como creyentes que quieren de verdad evangelizar.
Espíritu santo, enséñanos a manejarnos inteligente y amorosamente con la envida, propia y ajena.
Espíritu santo, enséñanos a mejorar sin prisa, sin pausa en la creación de novedades evangélicas.
Espíritu santo, enséñanos a mirar con misericordia tanta ignorancia que nos golpea la sensibilidad.
Espíritu santo, enséñanos a poner amor sin racaneos.
Espíritu santo, enséñanos a saber soportar las tensiones con fortaleza.
Espíritu santo, enséñanos a saborear la poesía de la sensibilidad de lo mejor del corazón humano.
Espíritu santo, enséñanos a salir de nuestros cajones de seguridad, de rigidez, de control.
Espíritu santo, enséñanos a ser asertivos, amorosa e inteligentemente asertivos.
Espíritu santo, enséñanos a ser conscientes del impacto emocional de lo que decimos y hacemos.
Espíritu santo, enséñanos a ser humildes, realmente humildes de pensamiento, palabra y obra.
Espíritu santo, enséñanos a ser líderes que sirven a mejorar la realidad donde vivimos.
Espíritu santo, enséñanos a ser lúcidos buscando lo mejor en estos tiempos extraños.
Espíritu santo, enséñanos a ser maestros de la empatía y de la serenidad.
Espíritu santo, enséñanos a ser perseverantes en las tareas del amor fraternal.
Espíritu santo, enséñanos a silenciarnos piadosamente ante el misterio de la vida.
Espíritu santo, enséñanos a sosegar nuestro ego en los fracasos.
Espíritu santo, enséñanos a sosegar nuestro ego en los triunfos.
Espíritu santo, enséñanos a tener la paciencia de los árboles.
Espíritu santo, enséñanos a tener un sentido del humor integrador.
Espíritu santo, enséñanos a tener una presencia que genere comunión por encima de las diferencias.
Espíritu santo, enséñanos a vivir en la sana autoestima de la humilde búsqueda de la verdad.
Espíritu santo, enséñanos el amor de los hijos de Dios.
Espíritu santo, enséñanos el silencio de los que tienen sed de santidad en su día a día.
Espíritu santo, enséñanos la belleza de la ternura que salva al mundo.
Espíritu santo, enséñanos la bondad sin límites del Padre del hijo pródigo.
Espíritu santo, enséñanos la comunión infinita de los santos de toda la humanidad.
Espíritu santo, enséñanos la entrega de los misioneros que están donde nadie quiere estar.
Espíritu santo, enséñanos la escucha sin tiempo, la escucha que sabe acoger sin canonicismos.
Espíritu santo, enséñanos la fraternidad que brota del compartir mesa y misa.
Espíritu santo, enséñanos la insensatez de los enamorados de lo santo.
Espíritu santo, enséñanos la inteligencia de los hijos de Dios.
Espíritu santo, enséñanos la justicia del Reino, la justicia de la misericordia.
Espíritu santo, enséñanos la justicia que transforma la dureza de corazón.
Espíritu santo, enséñanos la libertad de los hijos de Dios.
Espíritu santo, enséñanos la religiosidad de los hijos de Dios.
Espíritu santo, enséñanos la sabiduría de la vejez que se deja cuidar.
Amén.
Aleluya.
Aleluya.
Aleluya.