IBAN: ES56 0237 0330 1091 5680 4577
BIZUM: 01212
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nº 01212
Vivimos inquietos y nerviosos.
Tantas veces agobiados por el rendimiento.
Tantas veces sin tiempo.
Tantas veces arrastrados por los plazos,
presionados por los objetivos,
agobiados por querer controlar lo que nos pasa,
por quedar bien,
por no perdernos nada.
Vivimos inquietos y nerviosos.
Todo pasa muy deprisa.
Todo lo queremos muy deprisa.
Todo tiene que estar perfecto.
La mentalidad Amazon nos devora.
Vivimos inquietos y nerviosos.
El pasado no acaba de irse
y nos laceran latigazos
de culpabilidad,
de resentimiento
de fracaso:
las heridas abiertas
de lo que pudo ser y no es.
Vivimos inquietos y nerviosos.
El presente nos abruma,
nos desborda,
nos da miedo.
El cinismo social,
el individualismo narcisista,
la codicia insaciable:
lacras de corazones duros
que niegan la belleza real de la vida
con sus sádicos flagelos.
Hay demasiado sufrimiento humano evitable.
Hay demasiadas locuras políticas evitables.
Hay demasiada frustración humana evitable.
Vivimos inquietos y nerviosos.
El futuro nos asusta.
Como olas malignas
vemos crisis y crisis que ya empiezan a golpearnos.
Los dinamismos económicos son insostenibles.
Las dinámicas sociales son insostenibles.
Nuestra relación con la Madre Tierra es insostenible.
No vemos caminos para la paz.
No vemos destellos de justicia real.
No vemos convivencia basada en la confianza.
Vivimos inquietos y nerviosos.
¿Dónde encontrar fundamento a lo mejor de nuestra humanidad?
¿ Dónde encontrar referentes para nuestro crecimiento personal y espiritual?
¿Dónde encontrar maestros que alimenten nuestra sed de plenitud,
nuestra sed de belleza,
nuestra sed de comunión?
Señor,
nuestro pasado en tu corazón.
Señor, el presente, en tu corazón.
Señor, el futuro en tu corazón
Contigo, Señor.
Contigo, el hoy de Dios.
Contigo, en tu presencia,
el amor sobre todo amor.
Frente a los duros de corazón, la mirada de misericordia.
Enséñanos, acompáñanos, Señor Jesús, el más humano de los humanos.
Frente a los narcisistas que dictaminan, la comprensión con misericordia.
Enséñanos, acompáñanos, Señor Jesús, el más humano de los maestros de humanidad.
Frente a la superficialidad que desperdicia vidas, irradiar misericordia.
Enséñanos, acompáñanos, Señor Jesús, el más humano de los cuidadores de la vida.
Frente al ídolo de la productividad, la presencia de misericordia.
Enséñanos, acompáñanos, Señor Jesús, el más humano de creadores de gratuidad.
Frente a los desesperanzados, la cercanía con misericordia.
Enséñanos, acompáñanos, Señor Jesús, el más humano de los sembradores de esperanza.
Frente a los que sobreviven en soledad, la palabra oportuna cargada de misericordia.
Enséñanos, acompáñanos, Señor Jesús, el mejor ejemplo de quien tiene en corazón en su sitio.
Señor Jesús, atender al presente humano que tenemos delante.
Señor Jesús, actuar contra el sufrimiento evitable.
Señor Jesús, cuidar lo esencial de los seres humanos que tenemos cerca.
Señor Jesús, el herido nos muestra la llamada a la comunión.
Señor Jesús, el herido nos muestra un camino de salvación que mejora el mundo.
Señor Jesús, el herido somos cada uno de nosotros.
Señor, que veamos a los demás como lo que son personas, hermanos, vivientes hijos del Dios de la Vida.
Señor, que veamos esto tan esencial en estos tiempos extraños, convulsos, inhumanos en tantos y tantos lugares, cercanos y lejanos…
Señor, que nos asociemos para el bien, que expandamos la misericordia, que cooperemos con la justicia con los hombres y mujeres de buena voluntad que nos encontramos en el camino.
Señor, que no nos escandalicemos cuando, al fin, descubramos, que el malherido, eres tú mismo…
¡Ponerse en camino!,
cuidando la vida
en lo diario,
en lo pequeño,
en los detalles,
con el reino como horizonte,
con la esperanza cierta
de que lo mejor está por venir.
¡Ponerse en camino!,
peregrinos entre ruinas
que nos dañan
y destellos de lo nuevo
que surgen por la fuerza
inagotable del Espíritu…
destellos
que nos alimentan,
que nos mejoran,
que nos llenan de esperanza.
¡Ponerse en camino!,
exploradores de indicios nuevos del Reino,
enraizados en miles de años
de experiencia en la santidad del Reino,
de experiencia en la santidad de la misión,
de experiencia en la santidad del Espíritu.
¡Ponerse en camino!,
navegantes hacia nuevas rutas
de encuentro,
de comunión,
de crecimiento
como hijos de Dios,
como seres humanos,
como vivientes enraizados
en la fuente inagotable
de la vida.
¡Ponerse en camino!
aportando lo que falta,
con humildad,
con rotundidad,
con la comprensión que nos da
el deseo de fraternidad,
el deseo de comunión,
el deseo de justicia
que brota de lo mejor
de los corazones
de los seres humanos.
¡Ponerse en camino!
llamados,
enviados,
capacitados,
con la libertad de los hijos de Dios,
con la lucidez de los hijos del Reino
con la humildad de los que cumplen
la voluntad de Dios,
Padre de todos,
Padre de la vida inagotable,
Padre del amor siempre presente.
¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE ES EL HIJO DEL HOMBRE?
Tú eres el Mesías.
El anhelado.
El buscado.
El creativo.
El de los caminos de santidad.
El de los mil caminos para evocar lo sagrado.
El de los silencios llenos de santidad.
El exigente lleno de misericordia.
El fascinante.
El fiel a lo más humano de lo humano
El gratuito.
El increado que se encuentra con nosotros.
El misterioso crisol de lo mejor de la humanidad.
El que abre las puertas a la paz.
El que arranca del dominio de la muerte
El que ayuda a someter el ego a la santa esencia de la vida.
El que busca amar y ser amado.
El que con nosotros arrostra nuestros miedos.
El que cuida la vida.
El que cumple las promesas.
El que da luz nueva e inagotable.
El que entra en resonancia con lo mejor del ser humano.
El que es constante referencia en nuestro deambular por la vida.
El que es más fuerte que cualquier negatividad de cualquier nivel de la realidad humana.
El que es permanente posibilidad de iluminación.
El que es uno con el momento que vivimos.
El que facilita entender lo que de verdad somos y amamos.
El que genera comunión.
El que habita las energías de la realidad.
El que hace de lo sombrío camino del encuentro con Dios.
El que hace madurar la vida a su tiempo.
El que hace nuevas las cosas
El que ilumina las sombras.
El que irradia santidad y justicia.
El que llena los silenciamientos.
El que mejora con su mirada.
El que muestra la misericordia raíz de la realidad.
El que no falla.
El que no tiene estrategia.
El que nos centra en la fuente.
El que nos convoca al vaciamiento para el necesario nuevo nacimiento.
Danos el coraje de la austeridad, Señor.
Haznos ver que es fuente de riqueza humana
Libéranos de los apegos irracionales para caminar por la vida ligeros de equipaje.
Danos el don de la autenticidad, Señor.
Que descubramos que es el camino de irradiar tu presencia.
Libéranos del deseo de aparentar, del disfraz en esta hoguera de las vanidades que nos agobia.
Danos la fuerza de la confianza serena, Señor.
Que nos alimente tu paz, tu presencia, tu bondad.
Libéranos de las prisas, del activismo que nos agota, de la exigencia de productividad incesante.
Danos la energía caridad, Señor.
Que hagamos nuestra la esencia del Reino: el amor, la comunión, la fraternidad.
Libéranos del individualismo, de la autoafirmación, del pesimismo moral.
Danos la certezas cordiales, Señor.
Que seamos sembradores de misericordia, de reconciliación, de paz.
Libéranos del resentimiento que nos devora, de la soberbia que nos hace violentos, de la mentira que nos falsea.
Danos entereza en estos tiempos de incertidumbre, Señor.
Haznos fuertes en nuestras raíces implantadas en ti, fuente de vida y de esperanza.
Libéranos de la autosuficiencia, de la soberbia espiritual, del juicio brutal a todo aquello que no es “de lo nuestro”.
Señor, aliméntanos para que seamos, humildemente, pero con rotundidad
artesanos de humanidad, que tanta falta nos hace en este mundo roto;
brisa de serenidad ante tanta convulsión y polaridad en este mundo irascible;
cultivadores de integración en medio tanta agresividad que nos desgarra;
custodios de la vida, de toda vida, tan menospreciada en tantas y tantas circunstancias;
expertos en encuentros y abrazos en las ciudades. a veces tan inhóspitas, que vivimos;
hospitalarios en este mundo de crueles fronteras mentales y físicas;
humildes orantes ante tu misterio de verdad y bien;
mansas certezas de lo mejor de la humanidad;
presencia de misericordia entre tanta tensión;
sencillos profetas de santidad para los buscadores de la verdad intensa de la realidad;
sosiego en este mundo lleno de ruidos que nos llenan de miedo;
testigos de tu poder de salvación en medio de tantos fracasos;
un síntoma de autenticidad humana en un mundo decepcionado y cínico.
Señor, no somos dignos de que entres en nuestra casa,
pero una palabra tuya bastará
para sanarnos,
para alimentarnos,
para salvarnos.
EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO.
En el nombre de la acogida sin límite, de la entrega sin límite y de la gracia sin límite.
En el nombre de la bendición permanente, de la libertad humanizante y de la confianza fundante.
En el nombre de la bondad infinita, de la certeza serena y del encanto enamorado.
En el nombre de la compasión restituyente, del humanitarismo empático y de la unificación absolutamente inclusiva.
En el nombre de la consistencia inagotable, de la insistencia amorosa y de la genialidad inabarcable.
En el nombre de la creatividad vivificante, de la intuición compasiva y de la inspiración inabarcable.
En el nombre de la divinidad fascinante, de lo más humano de lo humano y del que siempre enamora.
En el nombre de la existencia sin fin, de la solidaridad sin fin y de la comunión sin fin.
En el nombre de la fuente de santidad, del camino de humanidad y de la energía desbordante.
En el nombre de la inclusión sanante, de la diferencia libertaria y de la diversidad fascinante.
En el nombre de la inventiva amorosa, de la clarividencia cordial y de la genialidad irresistible.
En el nombre de la libertad alegre, de la alegría libre y del juego creativo.
En el nombre de la madre nutricia, la benevolencia enriquecedora y la fraternidad autentificante.
En el nombre de la protección indudable, de la bendición personalizada y de los vínculos gratificantes.
En el nombre de la plenitud de las plenitudes, del vaciamiento por amor, del silencio vibrante.
En el nombre de la presencia silenciosa, la presencia que enseña y de la presencia que susurra sabiduría.
En el nombre de la confianza esencial, de la palabra auténtica y del corazón palpitante sin descanso.
En el nombre de la santidad de las santidades, de la humanidad de la humanidad, del amor del amor.
En el nombre de la santidad, de los seres humanos y del misterio.
En el nombre de la ternura , de la fraternidad y de la conspiración.
En el nombre de la unidad de las unidades, del vínculo de los vínculos, de la diversidad de las diversidades.
En el nombre de la vida inagotable, de la pasión por lo viviente y de la intensidad de la realidad.
En el nombre de la raíz de todo lo viviente, de la presencia del sentido de toda la realidad y del devenir más allá de lo comprensible.
En el nombre de lo constituyente inalterable , de lo tangible sacramental y de la multiplicidad de la danza cósmica.
En el nombre de quien siempre incluye, de quien siempre se acerca al diferente y del que ama la diversidad.
En el nombre del agua de toda agua, de la tierra de cualquier tierra y del viento de todos los vientos.
En el nombre del amor sobre todo amor, de las entrañas de misericordia y de la fecundidad insondable.
En el nombre de la comunión que imanta, de la misericordia que vincula y la armonía de las energías.
En el nombre del bien, de la verdad y de la belleza.
En el nombre del cimiento eterno, de la lucidez enamorada y de la espera contra toda desesperanza.
En el nombre del sustrato donde todo se implanta, de la luz que todo lo ilumina y de la utopía de lo mejor del corazón humano.
En el nombre del encuentro de todo lo que es, de la hospitalidad que siempre alimenta y de la fiesta de toda vida.
En el nombre del fundamento sereno, de la sensibilidad empática y del impulso hacia lo mejor de cada uno.
En el nombre del manantial, del peregrino y de la vivacidad.
En el nombre del mar, de la tierra y del viento.
En el nombre del misterio cercano, del cuidado constante, del ímpetu inagotable.
En el nombre del poder de lo real, de la intensidad de lo real, de la densidad de lo real.
En el nombre del que sale al encuentro, del que acoge entrañablemente, de la celebración incesante.
En el nombre del que siempre cuida, del que siempre ama y del que siempre vitaliza.
En el nombre del silencio, de la música y de la armonía.
En el nombre lo realmente existente, de lo realmente humano y del devenir de lo que realmente importa.
Trinidad Santa.
Luz.
Luz de luz.
Luz de las luces de la realidad.
Luz que nos busca.
Luz que nos sustenta.
Luz que nos crea y recrea y plenifica.
Santa Trinidad.
Alabanza.
Adoración.
Silencio.
Trinidad Santa.
Amén.
Amén.
Amén.
Santa Trinidad.
Aleluya.
Aleluya.
Aleluya.
Ven, Espíritu Santo, abrázanos.
Ven, Espíritu Santo, ábrenos.
Ven, Espíritu Santo, afiánzanos.
Ven, Espíritu Santo, afínanos.
Ven, Espíritu Santo, agilízanos.
Ven, Espíritu Santo, aliéntanos.
Ven, Espíritu Santo, aliméntanos.
Ven, Espíritu Santo, armonízanos.
Ven, Espíritu Santo, céntranos.
Ven, Espíritu Santo, cohesiónanos.
Ven, Espíritu Santo, concílianos.
Ven, Espíritu Santo, consuélanos.
Ven, Espíritu Santo, conviértenos.
Ven, Espíritu Santo, cristifícanos.
Ven, Espíritu Santo, depúranos.
Ven, Espíritu Santo, desarróllanos.
Ven, Espíritu Santo, desencasíllanos.
Ven, Espíritu Santo, difúndenos.
Ven, Espíritu Santo, dignifícanos.
Ven, Espíritu Santo, divinízanos.
Ven, Espíritu Santo, ductiléanos.
Ven, Espíritu Santo, edúcanos.
Ven, Espíritu Santo, empápanos.
Ven, Espíritu Santo, empatízanos.
Ven, Espíritu Santo, empobrécenos.
Ven, Espíritu Santo, empodéranos.
Ven, Espíritu Santo, encáuzanos.
Ven, Espíritu Santo, encomuniónanos.
Ven, Espíritu Santo, energetízanos.
Ven, Espíritu Santo, engrandécenos.
Ven, Espíritu Santo, enriquécenos.
Ven, Espíritu Santo, esencialízanos.
Ven, Espíritu Santo, espárcenos
Ven, Espíritu Santo, espiritualízanos.
Ven, Espíritu Santo, exprésanos.
Ven, Espíritu Santo, fluidifícanos.
Ven, Espíritu Santo, fraternízanos
Ven, Espíritu Santo, glorifícanos.
Ven, Espíritu Santo, humanízanos.
Ven, Espíritu Santo, humildéanos.
Ven, Espíritu Santo, ilumínanos.
Ven, Espíritu Santo, increméntanos.
Ven, Espíritu Santo, inquiétanos.
Ven, Espíritu Santo, irríganos.
Ven, Espíritu Santo, libéranos.
Ven, Espíritu Santo, límpianos.
Ven, Espíritu Santo, mejóranos.
Ven, Espíritu Santo, misericordéanos.
Ven, Espíritu Santo, pacifícanos.
Ven, Espíritu Santo, perfecciónanos.
Ven, Espíritu Santo, personalízanos.
Ven, Espíritu Santo, poténcianos.
Ven, Espíritu Santo, purifícanos.
Ven, Espíritu Santo, reanímanos.
Ven, Espíritu Santo, reconcílianos.
Ven, Espíritu Santo, reconfigúranos.
Ven, Espíritu Santo, reconstrúyenos.
Ven, Espíritu Santo, refuérzanos.
Ven, Espíritu Santo, renuévanos.
Ven, Espíritu Santo, restitúyenos.
Ven, Espíritu Santo, reverdécenos.
Ven, Espíritu Santo, revitalízanos.
Ven, Espíritu Santo, riéganos.
Ven, Espíritu Santo, sánanos.
Ven, Espíritu Santo, sanéanos.
Ven, Espíritu Santo, santifícanos.
Ven, Espíritu Santo, sensibilízanos.
Ven, Espíritu Santo, serénanos.
Ven, Espíritu Santo, siémbranos.
Ven, Espíritu Santo, siléncianos.
Ven, Espíritu Santo, sosiéganos.
Ven, Espíritu Santo, suavízanos.
Ven, Espíritu Santo, taborízanos.
Ven, Espíritu Santo, transfigúranos.
Ven, Espíritu Santo, únenos.
Ven, Espíritu Santo, vincúlanos.
Ven, Espíritu Santo, vivifícanos.
Ven, Espíritu Santo.
Ven, Espíritu Santo.
Ven, Espíritu Santo.
Amén.
Aleluya.
Aleluya.
Aleluya.