ACORDARNOS DE LO QUE HABÍA DICHO.
Señor, acordarnos de lo que habías dicho…
No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
Dame un nombre para cuando me llames por la noche.
Amaos los unos a los otros como yo os he amado.
Dame fuerza y valentía para amar con ese amor tuyo a mis semejantes.
Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos.
Que supere la fuerza de mi egocentramiento, de mis miedos, de mis cegueras.
Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre sino por mí.
Auméntame la fe, Señor, auméntame la fe.
Convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos.
Rompe mis falsas seguridades, mis autoengaños, mis poco inteligentes justificaciones.
La mies es mucha, pero los obreros pocos.
Haz más misionero, más testigo, más luz del mundo.
El que esté sin pecado, que tire la primera piedra.
Cura mi soberbia, mi arrogancia, mi narcisismo.
El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Sana mis miedos. mis temores, mis ansiedades.
El que quiera ser el primero, sea el servidor de todos.
Hazme más humilde, más sencillo, más trasparente.
Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura.
Señor, que sea semilla, que sea agua, que sea pan para los demás.
Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Seguirte, Señor, luz de luz, destello de los santos destellos, vida de la vida inagotable.
Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.
Abre mi corazón a las necesidades reales de los que me rodean, Señor.
Tu fe te ha salvado.
Auméntame la fe, pero de verdad, Señor… que no me quede a medio camino.
Perdonad setenta veces siete.
Me cuesta tanto Señor… perdóname que me cueste tanto perdonar.
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Auméntame la lucidez, la consciencia, la mirada misericordiosa.
No juzguéis y no seréis juzgados.
Limpia mis ojos, mis palabras, mis intuiciones sobre los demás, Señor.
El Reino de Dios está dentro de vosotros.
Hazme sentir tu presencia que recrea y enamora en mi interior.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Acércame a ti, Señor, que estoy muy cansado de tanto9 y tanto dar tumbos por la vida.
La verdad os hará libres.
Tú, Tú me haces libre de verdad, Señor.
Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Señor, que cuide mi grupo, mi comunidad, mis vínculos cristianos con los demás.
Dejad que los niños vengan a mí; no se lo impidáis.
Hazme un niño, Señor: capaz de sorpresa, capaz de ternura, capaz de alegría sin límite.
A cada día le basta su afán.
Dame serenidad, dame paciencia, dame consciencia de los procesos humanos, tan humanos.
Lo que hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis.
Dame la valentía de hacer el bien a los que me rodean y a los necesitados que sé que lo necesitan.
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Ábreme los oídos, ábreme el corazón, habita en mis entrañas con el alimento que realmente necesito.
No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
¿Cuándo, dónde, cómo me llamas Señor? Házmelo saber, que estoy medio tirado en la vida.
El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.
Sé que me buscas, sé que me llamas, se que miras… ¿cómo agradecértelo, Señor?
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Simplifícame, aligérame, purifícame, Señor.