¡Ponerse en camino!,
cuidando la vida
en lo diario,
en lo pequeño,
en los detalles,
con el reino como horizonte,
con la esperanza cierta
de que lo mejor está por venir.
¡Ponerse en camino!,
peregrinos entre ruinas
que nos dañan
y destellos de lo nuevo
que surgen por la fuerza
inagotable del Espíritu…
destellos
que nos alimentan,
que nos mejoran,
que nos llenan de esperanza.
¡Ponerse en camino!,
exploradores de indicios nuevos del Reino,
enraizados en miles de años
de experiencia en la santidad del Reino,
de experiencia en la santidad de la misión,
de experiencia en la santidad del Espíritu.
¡Ponerse en camino!,
navegantes hacia nuevas rutas
de encuentro,
de comunión,
de crecimiento
como hijos de Dios,
como seres humanos,
como vivientes enraizados
en la fuente inagotable
de la vida.
¡Ponerse en camino!
aportando lo que falta,
con humildad,
con rotundidad,
con la comprensión que nos da
el deseo de fraternidad,
el deseo de comunión,
el deseo de justicia
que brota de lo mejor
de los corazones
de los seres humanos.
¡Ponerse en camino!
llamados,
enviados,
capacitados,
con la libertad de los hijos de Dios,
con la lucidez de los hijos del Reino
con la humildad de los que cumplen
la voluntad de Dios,
Padre de todos,
Padre de la vida inagotable,
Padre del amor siempre presente.