ESPÍRITU DE SABIDURÍA, ILUMINA LOS OJOS DE NUESTRO CORAZÓN.
Espíritu de sabiduría…
Que aceptemos sin juicio la vida de los demás. Sólo ellos saben sus batallas y sus heridas y sus fracasos.
Que acojamos a los que nos rodean para crear complicidad y empatía. Sólo ellos saben la soledad que viven y la sed que necesitan calmar.
Que alimentemos las necesidades más humanas que nos encontremos. Sólo ellos saben las frustraciones que están viviendo.
Que aprendamos de lo mejor de la humanidad en la presencia de los que nos cruzamos en la vida. Sólo ellos saben el dolor arrostran en su día a día, mes a mes, año a año.
Que bendigamos constantemente de pensamiento, de palabra y de obra. Hay demasiadas heridas y cicatrices que sanar en estos desquiciados tiempos que vivimos.
Que busquemos la comunión día a día en estos tiempos de odios vulgares y malsonantes. Sólo la fraternidad nos puede salvar.
Que captemos el palpitar más auténtico de cada persona. La auténtica vida habita en cada uno de los seres humanos.
Que comprendamos los procesos, las circunstancias, las dificultades de los más necesitados. A través de ellos Dios nos reclama lo mejor de nosotros y de lo nuestro
Que cultivemos espacios de serenidad, de silencio, de paz. Hay muchos que necesitan la quietud para poder empezar a respirar la auténtica vida espiritual.
Que dejemos espacio a los constructores de puentes, a los tejedores de encuentros, a los muñidores de destellos de esperanza. Son los que construyen las indicaciones hacia el reino de la esperanza sin fin.
Que demos confianza a pesar de los pesares, a pesar de los egoísmos, a pesar de las mentiras. Somos testigos de que siempre hay posibilidades de conectar con las energías del bien, de la belleza, de la verdad.
Que escuchemos la realidad de los cercanos. Nos la comunican con sus palabras, con sus gestos, con sus presencias… y con la verdad de su rostro.
Que facilitemos la alegría cotidiana. Muchos viven doloridos por tanto ruido, tanta inseguridad, tanta soledad.
Que fijemos los ojos en los niños. Que seamos como ellos: dispuestos a amar, dispuestos a la sorpresa, dispuestos a vivir la vida con intensidad.
Que guardemos en el corazón esos momentos donde intuimos que el reino está presente en nuestras vidas. Es muy urgente recordar a muchos contemporáneos nuestros de que la calidad humana no se pierde entre los ruidos de la gran ciudad.
Que impulsemos las asociaciones, los grupos, las colaboraciones. No podemos mejorar el mundo solos, nos podemos ser felices solos, no nos salvamos solos.
Que intuyamos la profunda comunión de todos los seres humanos más allá y más acá de cualquier sistema de fronteras, de cualquier sistema de creencias, de cualquier sistema de circunstancias superficiales y transitorias.
Que irradiemos lo que el mundo necesita: paz, confianza, comunión. Para muchos de nuestros contemporáneos somos lo más parecido a la Palabra de Dios que van a tener en sus vidas.
Que la escucha activa sea una constante en nuestras relaciones personales. Hay demasiada soledad triste en los corazones de muchas personas.
Que miremos con misericordia a los que viven desparramados, a los que viven devorando paparruchas, a los que viven muy por debajo de sus mejores posibilidades. Que seamos, humildemente, ocasión de posibilidad de crecimiento personal en sus vidas.
Que nos abramos con respeto al misterio de la vida en el rostro de los demás. Sólo ellos saben las preguntas dolorosas a las que se enfrentan.
Que nos dejemos afectar por los grandes problemas de este mundo. Que nos comprometamos a sembrar lo que puede paliar tanto sufrimiento evitable.
Que nos demos cuenta de la calidad que habita en los que luchan por la justicia, la paz y el respeto a la creación. Que veamos en ellos modelos de nuestro caminar esperanzado.
Que nos encontremos en los puentes de las mejores palabras, en los jardines de las mejores sinergias, en los huertos de los mejores artesanos de concordia. Hay muchos detalles de novedad esperanzada que están sembrados por todos los lugares de la tierra.
Que nos entendamos en el lenguaje de la unidad, en los símbolos de la comunión, en las intuiciones mejores sobre el camino hacia la plenitud que vive la humanidad. Muchos necesitan indicios de esperanza y de confianza en medio de tanta ruina.
Que nuestra presencia sincera mejore los ambientes donde estamos.
Que nuestras palabras creen comunión de verdad. Hay demasiadas mentiras siesas que nos arañan la sensibilidad.
Que nuestro deseo de fraternidad alimente lo mejor de los procesos en los que estamos sumergidos, consciente o inconscientemente. Siempre hay posibilidad para convivir en paz y en cordialidad.
Que pacifiquemos sin descanso tanta y tanta polarización desquiciada. Lo mejor de la humanidad se muestra en la serenidad de la confianza, del caminar juntos y de la colaboración en la construcción de un mundo mejor.
Que permitamos el brillo de las sonrisas, de las palabras acogedoras, de los gestos de inclusión. Muchos necesitan oír constantemente que todos, todos, todos estamos llamados al Reino de Dios.
Que sintamos la presencia inagotable de la energía que fundamenta la vida humana. Muchos necesitan saber que su miedo, su angustia y sus dolores no son la última palabra.
Que sintonicemos con las energías santas que impulsan las búsquedas de la verdad, del bien y de la belleza. Siempre hay posibilidades de conectar con la voluntad de Dios.
Amen.
Aleluya.
Aleluya.
Aleluya.